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10 junio, 2019

Textos (II): G.K. Chesterton

"...Todo el mundo moderno se ha dividido en conservadores y progresistas.
La tarea de los progresistas es el de seguir cometiendo errores.
La tarea de los conservadores es el de impedir que los errores sean corregidos.
Aún cuando el revolucionario pueda llegar a arrepentirse de su revolución, el conservador ya la está defendiendo como parte de su tradición.
Es así que tenemos dos grandes tipos: la persona avanzada que nos apresura a la ruina, y la persona retrospectiva que admira las ruinas.
[...]
Cada nuevo tropiezo del progresista o pedante se convierte al instante en una leyenda de antigüedad inmemorial para el conservador o snob. Esto es el equilibrio de poderes de nuestra Constitución..."

-Gilbert Keith Chesterton ("The blunder of our parties", Illustrated London News, 19 April 1924)
artículo completo en inglés (espero ofrecer una versión completa traducida en breve)


"...The whole modern world has divided itself into Conservatives and Progressives.
The business of Progressives is to go on making mistakes.
The business of Conservatives is to prevent mistakes from being corrected.
Even when the revolutionist might himself repent of his revolution, the traditionalist is already defending it as part of his tradition.
Thus we have two great types - the advanced person who rushes us into ruin, and the retrospective person who admires the ruins
[...]
Each new blunder of the progressive or prig becomes instantly a legend of immemorial antiquity for the snob. This is called the balance, or mutual check, in our Constitution..."

-Gilbert Keith Chesterton ("The blunder of our parties", Illustrated London News, April 19th, 1924)
complete article

más idiomas, a continuación...

03 febrero, 2018

Textos (I): Alexis de Tocqueville


"...Quiero imaginar bajo qué rasgos nuevos el despotismo podría darse a conocer en el mundo; veo una multitud innumerable de hombres iguales y semejantes, que giran sin cesar sobre sí mismos para procurarse placeres ruines y vulgares, con los que llenan su alma.Retirado cada uno aparte, vive como extraño al destino de todos los demás, y sus hijos Y sus amigos particulares forman para él toda la especie humana: se halla al lado de sus conciudadanos, pero no los ve;los toca y no los siente; no existe sino en sí mismo y para él sólo, y si bien le queda una familia, puede decirse que no tiene patria.

Sobre éstos se eleva un poder inmenso y tutelar que se encarga sólo de asegurar sus goces y vigilar su suerte. Absoluto, minucioso, regular, advertido y benigno, se asemejaría al poder paterno, si como él tuviese por objeto preparar a los hombres para la edad viril; pero, al contrario, no trata sino de fijarlos irrevocablemente en la infancia y quiere que los ciudadanos gocen, con tal de que no piensen sino en gozar. Trabaja en su felicidad, mas pretende ser el único agente y el único árbitro de ella; provee a su seguridad y a sus necesidades, facilita sus placeres, conduce sus principales negocios, dirige su industria, arregla sus sucesiones, divide sus herencias y se lamenta de no poder evitarles el trabajo de pensar y la pena de vivir.

De este modo, hace cada día menos útil y más raro el uso del libre albedrío, encierra la acción de la libertad en un espacio más estrecho, y quita poco a poco a cada ciudadano hasta el uso de sí mismo. La igualdad prepara a los hombres para todas estas cosas, los dispone a sufrirlas y aun frecuentemente a mirarlas como un beneficio.

Después de haber tomado así alternativamente entre sus poderosas manos a cada individuo y de haberlo formado a su antojo, el soberano extiende sus brazos sobre la sociedad entera y cubre su superficie de un enjambre de leyes complicadas, minuciosas y uniformes, a través de las cuales los espíritUs más raros y las almas más vigorosas no pueden abrirse paso y adelantarse a la muchedumbre: no destruye las voluntades, pero las ablanda, las somete y dirige; obliga raras veces a obrar, pero se opone incesantemente a que se obre; no destruye, pero impide crear; no tiraniza, pero oprime; mortifica, embrutece, extingue, debilita y reduce, en fin a cada nación a un rebaño de animales tímidos e industriosos, cuyo pastor es el gobernante.

Siempre he creído que esa especie de servidumbre arreglada, dulce y apacible, cuyo cuadro acabo de presentar, podría combinarse mejor de lo que se imagina con alguna de las formas exteriores de la libertad, y que no le sería imposible establecerse a la sombra misma de la soberanía del pueblo."

Alexis Henri Charles de Clérel, vizconde de Tocqueville
"La democracia en América" Parte II, Libro IV, Cap. VI: 'Qué tipo de despotismo deben de temer las naciones democráticas' (1840)